Amanecen fríos estos últimos días de Adviento, pórtico de la Nochebuena, la Navidad, el día de San Esteban, el de los Inocentes, la Vieja Noche y más, allá,  recién aparecido 2022, la llegada de los Reyes Magos.

Amanecen fríos los últimos días de 2021. No es cosa mala porque el cielo, helado, parece más azul. Y porque más grandes son las ganas de prepararnos una buena taza con nuestro Nicaragua Bio. O con ese Etiopía Moka Limu, auténtica ambrosía para gourmets dadas sus características sin igual, un aroma dulce y perfumado, una acidez media, gran cuerpo y un equilibrado tanto por ciento de cafeína, el suficiente para activarse pero no para que el corazón te galope dentro del pecho: 1,13%.

Amanecen fríos los últimos días de 2021 y bien que necesitamos en la madrugada una buena taza de café (mezcla de los mejores granos latinoamericanos) con leche (de pastoreo, de vacas libres, de  ganaderos y ganaderas que cuidan el bienestar de sus animales…) donde hacer sopas (o no hacerlas) con las Galle-tiak de Mendaro, que por haberlas las hay  hasta de chocolate blanco (19%), leche en polvo, manteca de cacao, lecitina de soja y… ¡un 4% de matcha, que ya sabemos que es verde, molido y se emplea en las ceremonias japonesas del té!

Amanece a tres grados y también a menos algo según la latitud, según la altura, según el valle desde donde estéis leyendo esto. No importa,  humean en nuestras teteras tés negros de puro lujo. Por ejemplo, ese que llamamos Paseo del inglés. Entre sus hebras, trozos de esa manzana y esas almendras que, junto a la vainilla, lo aromatizan. Por ejemplo, (no en tienda pero sí en web) ese Especial de Navidad con  cortezas (y aromas) de limón, clavos, trozos de avellana azucarada y almendras.

El sol y el hielo provocan que muchos caminos estén envueltos en niebla. Pero al mediodía la tierra se calienta. Y aunque no fuera así,  en cualquier momento podríamos tomarnos un vino dulce, un buen Oporto, un buchito de ron. Hasta podríamos prepararnos un ponche caliente y acompañarlo, tal vez, con unos diminutos pero exquisitos speculoos de la casa Vermeiren, de raíces y tradición flamencas, fundada en 1919. Utilizan azúcar de caña de Mauritania y canela de Indonesia, mantequilla y jengibre para sus galletas más delicadas.

Amanece frío, calienta después pero vuelve a caer la temperatura al atardecer. No nos asusta. Es el momento de prepararnos un buen chocolate. Podéis hacerlo como más os apetezca. El de Simon Coll en polvo, de suave pero intenso aroma  a canela y vainilla y un 18% de cacao es una gran opción. Como lo son sus turrones, que hasta de chocolate con leche y almendras enteras los tienen.

Pero si estamos, como en el  cuento  de Dickens y Mr Scrooge, rodeados por los espíritus de las Navidades pasadas , presentes y futuras, lo mismo nos apetece más  abrir esa hermosa lata verde de Monbana y ponernos en el cazo sobre el fuego un par de cuchacharadas de su Chocolat en poudre de Noël, espléndida pero equilibradamente especiado.  Historia intensa  tiene esta casa francesa. Sus  fundadores, Louis Guattari y Pierre-François Lardet, se conocieron en las trincheras de aquella guerra que todos creyeron que sería la última y resultó ser solo la Primera. Y Mundial

Últimos días de 2021. Nuestro maestro de ceremonias, el rey de nuestros cafetales, el señor de nuestras plantaciones de té, Panchito (¿quién si  no?), ha renovado sus posesiones. Su emblemático perfil encuadrado, el que había celebrado sus primeros 100 años, está ahora enmarcado en madera, madera noble y clara. Los botes donde atesora los tés, son ahora blancos como la nieve que corona nuestros montes. Pero no le molestéis, está preparando las cestas de Navidad-Nochevieja-Reyes. Y decidiendo el número de lotería que va a comprar  para compartir con amigos y clientes la suerte del sorteo del Niño.

Amanece frío pero las tazas, las cafeteras y las teteras, humean. Sean todos ustedes felices.

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