Aunque como suele suceder por esas inexplicables e insondables leyes no escritas de la distribución y venta, esto que vamos a contar ahora no haya tenido todavía absoluta repercusión en lo que nos cuesta una botella, una garrafa o un frasco-joya de aceite de oliva virgen extra, la auténtica realidad es que según datos facilitados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación a finales de enero el precio del aceite de oliva al salir de la almazara pasó de 884,42 euros por cada 100 kilogramos a 441,5. De esta forma, esta riquísima y purísima grasa vegetal, que presionó sobremanera al alza la inflación de los alimentos, redujo prácticamente su coste a la mitad. Uno de los motivos, que parece inexplicable pero no lo es tanto si hacemos caso a las oscuras reglas del mercado, ha sido la constatación de que la campaña actual va a ser mucho mejor que las dos anteriores, básicamente porque estas últimas fueron históricamente bajas. Esa noticia, afortunada, implica que al ser mejor la cosecha de la aceituna, la oferta podrá incluso superar la demanda, ocasionando, manteniendo y acelerando la susodicha bajada. Para los consumidores cierto es que en algunos lineales de supermercado el litro ha pasado de valer 9,90 euros a 6,88 pero ese dato solo representa un 30% mientras que en origen el descenso ha rondado el 50%.
Curiosamente (o acaso no tan curiosamente) la cotización a la baja del oro líquido producido no solo en Jaén sino en Ciudad Real, Cataluña, Toledo, Extremadura y, por supuesto, Navarra ha coincidido con la subida estratosférica del precio del aceite de girasol que llegó a pagarse a 130 euros por cada 100 kilogramos, habiendo empezado como empezó 2024 a 105 euros. Esa subida, no tan exorbitada como la sufrida por el de oliva a raíz de (como hemos dicho) dos malas cosechas consecutivas, refleja una producción más que problemática en países de donde lo importamos mayoritariamente, Francia a causa de los destrozos ocasionados por un clima cambiante y Ucrania, donde la guerra arrasa con todo y donde no hay mano de obra porque está en el frente.
Si iniciamos un artículo sobre el precio del café citando el aceite es porque uno de los placeres a los que nos entregamos muchos cafeinómanos es el de desayunar una buena taza de cafeína (sola o con leche) con una tostada empapada el un AVEO (siglas, naturalmente, de aceite virgen extra de oliva, que también puede ser aragonés).
El viernes de la semana que empezó el lunes 10 de marzo de este 2025 los futuros de café cerraron en la Bolsa de Nueva York con estos datos: 377,20
-8,50(-2,20%). Esas cifras vienen a indicar cierto descenso tanto en lo global como en el precio de salida en referencia al jueves 13 (que finalizó a 385, 70) y también ligeras pérdidas a lo largo de la jornada. El día cuando el café alcanzó su máximo en Wall Street fue el martes 11. Atención a los siguientes números que indican respectivamente el final de las compras y las ventas al cierre del lunes, el momento de la apertura, el máximo alcanzado, el mínimo rozado y la bajada o subida global en la jornada:
393,75, 384,70, 395,50, 382,00 13,05k +2,54%.
Sin embargo, hemos de retroceder al 19 de febrero para encontrarnos con una poderosa cotización al alza. Se partió de los 424,50 se descendió a los 409,25 y se alcanzó un balance positivo del 1,64%.
Esas cifras podrían hacernos pensar en un apaciguamiento de los precios del café que se habían disparado no solo debido a catástrofes climáticas en Asia o Brasil sino también al encarecimiento del transporte marítimo debido a la inseguridad en el canal de Suez, con los barcos mercantes siendo acosados por las guerrillas hutíes del Yemen, contrarias a Israel, afines a Hamás, protegidas por Irán y bajo amenaza de Estados Unidos. Para evitar los ataques los buques tienen que rodear todo el continente africano antes de llegar a su destino en Occidente desde los grandes centros productores de Asia y África.
Podían hacernos pensar, sí, esos dígitos en un paulatino y lento desplome pero resulta un espejismo puesto que por algunos minutos, el 5 de marzo, miércoles, la cotización cerca de la Torre Trump y el Rockefeller Center ascendió a ¡447,33!
Citamos uno de los palacios financieros propiedad del presidente de los Estados Unidos porque productores, cooperativas, distribuidores y los fondos de inversión que compran cosechas enteras para poder especular con ellas en Bolsa se mantienen a la expectativa y en guardia ante los aranceles que desde el despacho Oval se puedan imponer (para luego retirar y después incrementar, dado la volubilidad del habitante supremo de la Casa Blanca).
Todo influye en el precio que al final pagamos por nuestra taza de café. Pensad también que ese oro negro importado desde países lejanos tiene una merma al ser tostado del 20% por lo cual quien lo pone a la venta, tanto en tiendas como en cafeterías, ya pierde unos cuantos euros de aquellos que le puede costar a su empresa cada kilo de grano verde.
Otro de los motivos por lo que hace nada un espresso de café de especialidad costase en Berlín 3,90 euros y en Gran Bretaña teman que pronto haya que cobrarlo a 6 libras es nuestra propia y renovada pasión. El café se ha convertido en algo tan precioso, tan deseado, tan estudiado, tan matizado como los mejores vinos. China se ha apuntado a ese placer inaudito. Sí, el país del té, de los tés realmente divinos, se está convirtiendo al rito del café.
Oro líquido negro en la taza. Oro virgen extra en la tostada. Nos gusta demasiado lo bueno, lo bonísimo. A cualquier precio.
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