El otoño está llamando a la puerta. De los árboles urbanos caen las primeras castañas. El verano se va despidiendo. Ha empezado a llover. Pero aún apetece un golpe, un sorbo, un shot o un cocktail de café helado.
En los meses de julio y agosto las redes sociales ardieron con mensajes, twitts, videos, etiquetas, memes y gifs en torno a la increíble historia de una turista, española, a la que se le ocurrió dónde y en Italia pedir… ¡¡¡un café con hielo!!! No la tiraron por el Puente de los Suspiros de Venecia porque había demasiados japoneses sacando fotos y no quedaba hueco para lanzarla al canal. Tampoco sacaron los leones del Coliseo romano para que la devoraran porque las hermosas fieras estaban refrescando sus melenas y sus garras en la Fontana de Trevi y no les apetecía comerse nadie.
¿Habéis visto la más que interesante película de Álex de la Iglesia Veneciafrenia, donde los auténticos habitantes de la Serenìsima Repùblega de Venèsia deciden tomar cartas (y armas) en la pesadilla que representan los cientos de miles de turistas que invaden canales, campos y plazas; fondamentti, jardines, arsenales, puentes, góndolas y vaporettos sin respetar ni la memoria de Desdémona ni la de Otelo ni la de Vivaldi ni la de Brody ni la de Hugo Pratt ni saben tomar un sambucco ni les importan los palazzos ni el ritual preciso para degustar una grappa?
Si conocéis la película del director de Acción mutante o El bar podréis hacer, sin mucha probabilidad de equivocaros el retrato robot de la , digamos ‘viajera’ que, dónde y en el país que más ama el café entre todos los universos de las galaxias cercanas o remotas, se le ocurre pedir un café con hielo. Seguro que era de esas y esos que creen que el idioma italiano se entiende maravillosamente si eres castellanoparlante y que con añadirle a todo una ‘i’ basta. Seguro que llevaba la cámara del móvil siempre prendida y, más que probable, pensaba que la pizza es eso que encargas por teléfono y te trae un ‘rider’ deslomado por el trabajo. Y la pasta, pues eso, los macarrones de mamá.
Pidió un café con hielo. Y casi llamaron a los carabineri para que se la llevaran detenida y luego fuera expulsada del país. Y ella, dale que te pego. Y vuelve a casa (no esposada, libre de cargos) y lo cuenta, airada, en las redes. Ha sido el temazo, uno de los más poderosos trending topics de la temporada.
Criaturita… ¡Pedir un café con hielo en Italia! Sería como decir al camarero de un bar nuestro, de los auténticos, que te sirva el txakoli en taza, le quite la gabardina a la gamba con ídem y te caliente una Gilda.
A los italianos (y al resto de los café- frenéticos del orbe) les parece, nos parece, anatema lanzar dos o tres pedruscos de agua helada en la taza que contiene un espresso magnífico.
Primero, resultar resulta que las moléculas de dicha ambrosía estallan al recibir el impacto. Y después sucede que al irse derritiendo las mentadas rocas, el maldito preparado se convierte en agua, mucha agua, agua negra. Ni siquiera y para nada en un buen y cuidado café americano, es decir, lo que en el país de Miguel Ángel, Barbara Strozzi, Pasolini y tantos otros llaman un lungo.
Nadie agrede a un espresso en Italia con un bombardeo de hielo. Si hace calor, se toman un shakerato freddo que sirven en copas Martini enfriadas durante 30 minutos en el congelador. Un shakerato freddo lleva un espresso algo más largo de lo habitual. Y sí, claro, cubitos de hielo. ‘Cubitos’, no ‘rocas’. Pero es que, además no se tiran en la taza sino que se voltean en una coctelera donde se añade lentamente el café, para que no sufra. Y luego se agita. Durante 15 segundos. Así el hielo se derrite y se forma la crema clásica del shakerato freddo italiano. Y se sirve, te lo sirven, vertiéndolo lentamente en esa copa helada. Sobre la parte inversa de una cuchara que colocan (o colocaremos si nos apetece prepararlo nosotros mismos en casa) encima de la copa, para evitar de esa manera que caigan trozos de hielo. Al gusto, y con elegancia, siempre podemos pedir que nos lo decoren con polvo de cacao o canela.
- No, no hay café on the rocks en Italia. Si caso (magnífico caso…) podremos demandar un Espresso Martini, absoluta exquisitez que lleva un buen vodka., un buen licor de café y un bonísimo shot de espresso. Es delicia embriagadora, sutilísima.
No, no se ‘lapida’ el café en Italia con bolas de hielo. En todo caso, y tampoco es mal caso, puedes insinuar que te apetecería un caffè freddo … a la griega. En realidad, es una capuccino y te lo prepararán, si aceptan hacerlo, con un shot doble de espresso caliente y azúcar agitado con hielos en una coctelera. Te lo coronarán con una capa de leche texturizada y espumosa. En Atenas te lo sirven en vaso con hielos. En Italia, una vez más, yo que vosotros no pediría que me pusieran guijarros de agua congelada en mi vaso.
Pero…. ¿acaso no toman un simple café helado en ningún lugar de Italia; en los Apeninos, en Bolzano, en Sicilia? Sí, meten elel caffè lungo (espresso preparado con más cantidad de agua y la misma cantidad de café para suavizar el sabor…). en la nevera o, recién hecho, lo enfrían rápidamente con hielo en un vaso frío y lo filtran para quitarle el hielo. A veces lo sirven, tras pasar por la coctelera helada, en pequeña copa redonda, aromatizado y perfumado con limón. Pero jamás, jamás, repito, ‘bombardean’ el café.
Si a pesar de eso, aquí, en casa, entre nosotros (nunca en Nápoles…) te apetece a morir un café on the rocks, al menos sírvetelo de esta forma: deja que el espresso vaya cayendo lentamente entre los bloques de hielo que tendrás en vaso de cristal ancho y toma el primer trago corto y rápido para recibir, ya, el hermoso chute de excelso líquido caliente que se enfría en tu boca…
Ah, la turista goza de buena salud y está a salvo. Pero se ha pasado a los smoothies. Por si acaso.
0 comentarios